viernes, 12 de septiembre de 2014

Mi Bella Dama [Capítulo 28]




Isabela: ¡Ustedes! Allí...

Prestamista 1: (sin ver a Isabela) ¿Qué de..? (ven a Isabela muy sorprendidos y asustados) Hermanos, oremos. Es tiempo de orar. Señorita, por favor ore con nosotros. Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, por que nos diste este día nuestro pan de cada día...

Isabela: (les interrumpe) Gracias. Son amigos de Luciano Castaño, ¿verdad?

Los prestamistas están muy asustados y sin nada que poder decir.

Prestamista 1: ¿Qué más? Estamos aquí para conseguir dinero en el nivel 1.

En ese momento se acerca a allí Adela, quien se extraña al ver a su prima Isabela.



Adela: Pero Isabela, ¿qué haces aquí? (ve a los prestamistas y se sorprende) Oh, creo que los había visto antes.

Adela empieza a recordar cuando los prestamistas la intentaron secuestrar el día del lanzamiento de la empresa de Adela "Tenna", dándose cuenta que los hombres que la intentaron secuestrar, son los mismos que los presentes. Luego deja de recordar.

Adela: ¡Claro! ¡El lanzamiento!

Isabela (con indiferencia): ¿Qué quieres decir?

Adela: En el día del lanzamiento, fui secuestrada por estos hombres, ¿verdad? (a los prestamistas) ¡Fueron estos tipos!

Prestamista 1 (muy asustado): No, no es verdad. Somos servidores públicos.

Adela: No bromeen, los recuerdo claramente. Ustedes pensaban que era linda, y hasta me amenazaron, ¿no es así?

Prestamista 2: Nunca dijimos que era linda.

Prestamista 1 (desesperado): ¡De verdad! Señorita, no hicimos nada malo. ¿Conoce a Luciano Castaño? Sólo seguimos sus instrucciones.

Isabela (sorprendida y extrañada): ¿Qué? ¿Las instrucciones del Mayordomo Castaño?

Prestamista 1: Tú sabes, nos dijo que secuestráramos a la señorita linda y amable (señala a Isabela y le habla a Adela) Pero, esta señorita sólo tuvo mala suerte y fue secuestrada en su lugar. De verdad, nos causó muchos problemas.

Adela: No es necesario que digan más, éste es el último día que les queda con vida. ¡Por aquí! (se va a buscar a seguridad) ¡Seguridad!, ¡Seguridad!

Prestamista 1: (riendo) ¿Seguridad? ¿Está llamando a seguridad? (mira el reloj y se pone serio evitando a Isabela) Ya vamos tarde, así que ya nos vamos. Tenemos que correr, ¡vamos!

El prestamista 1 y 3 salen adelante, mientras que el prestamista 2, por tardarse más, Isabela lo detiene y él grita.

Prestamista 2: ¡Oh mamá! Suéltame...

Isabela: Explícamelo todo. ¿Por qué les pediría que hicieran esas cosas el Mayordomo Castaño?

Luciano baja las escaleras eléctricas muy preocupado con la carpeta de documentos corriendo, mira a todos sus alrededores buscando a Isabela, y entre tanto, Adela llega con seguridad donde está Isabela.

Adela: ¡Rápido, deprisa! (ve que los hombres ya se fueron) ¿A dónde escaparon?

Isabela: Escaparon.

Adela: ¿Cómo pudiste dejarlos ir? Estoy segura que eran esos tipos (ve a Luciano lejos de allí) ¿No es el Mayordomo Castaño? ¡Voy a matarlo! (trata de ir hacia él pero Isabela la detiene)

Isabela: ¿Qué estás haciendo? ¡Es mi mayordomo! Debería ser yo quien lo castigue ¿no? (murmura) Metida.

Isabela va caminando de lejos hacia él muy desafiante, con rabia y decidida. Cuando llega, Luciano sin nada que poder decir...

Luciano: Señorita...

Isabela lo sigue mirando desafiante, directamente y con rabia, hasta que le da una fuerte y sonora bofetada...




Isabela: Tus amigos me contaron una historia muy interesante (Luciano se pone nervioso) Me enteré que les pediste que me enseñaran una lección.

Luciano (sorprendido): ¿Qué?

Isabela: Sí, es un hecho que te "torturé", pero como podías hacerme algo así (Adela se acerca)

Adela: Mayordomo Castaño, será mejor que tengas cuidado. Le diré todo a mi padre.

Isabela: (a Adela mirándola de arriba a abajo) Cierra tu boca, tu no tienes velas en este entierro. Yo era el objetivo. ¿Por qué te metes en esto?

Adela: De cualquier forma, también fui una víctima.

Isabela: Nada pasó ¿verdad? ¿No deberíás dejarlo pasar?

Adela (enojada): ¡Hey Isabela San Miguel!

Isabela: Así que deja de meterte en mis asuntos (a Luciano) Ven conmigo (Luciano solo mira a Adela) ¡Te dije que vinieras conmigo!

Luciano: Sí... Sí

Isabela se va de allí llegando con Luciano a la sala en donde están los ascensores.

Isabela: (hablándole calmadamente sin gritos) ¿Fue doloroso? Ya que Adela se enteró, sé que no dejará pasar esto, así que tenía que actuar antes de que ella lo hiciera. ¿Te disgusto tanto? ¿Tanto como para decirle a tus amigos que me enseñaran una lección?

Luciano: Bueno, no fue así...

Isabela: (interrumpiéndole) Está bien, sé que he hecho mal. Pero, sabiendo que diste esas instrucciones, no me siento muy bien.

Luciano: Lo siento... Me disculpo...

Isabela: Está bien, no hay necesidad de eso. Pero, nunca vuelvas a hacer algo así para asustarme.

Luciano: Sí.


Isabela: dijiste que tenías una cita, ¿no? ¿No vas a ir?

Luciano: (le sonríe forzadamente) Sí, me iré ahora.

Luciano se iba a ir pero...

Isabela: (mintiendo) Oh, sí... Gonzalo está por aquí, asi que iré a verlo.

Luciano: Regresaré antes de la reunión.

Isabela: Sí.

Luciano sale rápidamente de allí, y a fuera de la empresa, empieza a marcar el número telefónico de los prestamistas pero en ese momento, se acerca Flor preocupada a él.



Flor: Luciano, ¿cómo te fue?

Luciano: No, está bien, no pasó nada.

Flor: ¿Así que Isabela San Miguel todavía no lo sabe?

Luciano: Sí, no creo que lo sepa.

Flor (suspirando aliviada): Está bien. Si lo descubre, será un gran problema. ¿Qué estaban haciendo aquí estos tipos? Si no escuché mal, mi gerente Adela dijo que te dejaría tranquilo, ¿qué sucedió?

Luciano: (sin querer contarle a Flor) Nada con importancia. Flor, mejor ve a casa, debo irme.

Flor: ¿Vas a volver a ver a esos tipos?

Luciano: No te preocupes, te llamaré.

Luciano rápidamente sale de allí, y cuando va más adelante, se detiene de caminar y en ese momento suena su celular. Quienes lo llaman son los prestamistas que son obligados por Isabela a llamarlo, pues en realidad ella no iba a ir a ver a Gonzalo. El prestamista uno, es quien le marcó a su celular.

Luciano: (contestando molesto) Acordamos vernos en la iglesia, ¿por qué vinieron?

Prestamista 1: (en el otro lado de la línea) ¿por qué más? Podías dejarnos plantados, así que mejor fuimos nosotros. Tuvimos muy mala suerte de ver a esas dos chicas.

Luciano: No dijeron nada que no deberían decir, ¿verdad?

Prestamista 1: (riendo) ¿Qué? ¿Tienes miedo que le hayamos dicho que querías... seducirla? ¿Estoy lo suficientemente loco para decir esas cosas?

Luciano: Bien, ¿en dónde están ahora?

Prestamista 1: Hoy no me siento muy bien, vamos a vernos mañana. ¿Entiendes? (cuelga)

Luciano: ¿Hola? ¿Hola? ¡Cielos!

Prestamista: (guardando su celular en el bolsillo de su camisa) Este tipo es difícil de manejar (a Isabela) Lo siento.



Isabela: Continúa con lo que estabas diciendo.

EMPRESA SAN MIGUEL
SALA DE JUNTAS

En la sala de juntas de la empresa San Miguel, todos los empresarios de allí esperan a Isabela para una reunión, sin embargo como no llega, logra los malos comentarios de los importantes empresarios.



Empresario 1: La directora San Miguel no tiene el concepto del tiempo (Carlos sonríe satisfecho por los comentarios)

Empresario 2: ¿Y por qué no está aquí la directora?

Empresario 3: Es cierto... Quizás no ha terminado sus preparaciones.

Minutos después, los empresarios se cansan de esperar y deciden irse, pero Luciano que está allí esperando a Isabela, al ver a los empresarios irse, rápidamente se acerca a ellos para impedirlo.



Luciano: ¿Cómo pueden irse así?

Carlos: Escucha, escucha, todos estamos ocupados, ¿cómo podemos esperar tanto?

Empresario 1: Ha pasado poco desde que el Presidente se fue a New York, y ella hace esto... Esto es muy preocupante.

Empresario 2: Debemos asegurarnos que el Presidente sepa de esta situación tan decepcionante.

Carlos: (con burla disimulada) Si esto continúa, ¿cómo puede hacerse cargo de la compañía? No debe tener preparada la presentación y está muy apenada para venir aquí. ¡Vámonos!

Luciano: ¡Esperen! ¿Quién dice que no está preparada? Seguramente no es eso, nuestra señorita puede no tener mucho tiempo para prepararse pero hizo su máximo esfuerzo para la reunión de hoy.

Carlos (molesto): ¿Y luego? ¿Qué tratas de decir?

Luciano: Ya que han esperado, sólo esperen un poco más, nuestra señorita no los decepcionará, es lo que estoy tratando de decir.

Carlos: Hey, ¿¡cómo se atreve un insignificante mayordomo a decirnos que esperemos!? (en ese momento llega Isabela) Que bueno que estés aquí Isabela. Tú y tu mayordomo nos están dejando completamente mudos.



Isabela: No importa cómo, somos mejores que el Representante Carlos que trata... de usurpar la compañía, ¿verdad? (deja a todos muy sorprendidos)

Carlos (muy enojado): ¿¡Qué!? ¿Usurpar? ¿De quién hablas? Todos saben que se fue a la bancarrota debido a la crisis financiera, es todo. ¿Quieres decir que el líder industrial de muchos años colapsó sólo así?. ¿Y qué hay de ti? Ni siquiera puedes manejar un pequeño proyecto de compras por internet... ¿¡cómo te atreves a hacer acusaciones aquí!? Te arrepentirás de lo que dijiste.

Isabela (también enojada): ¿Qué? ¿Arrepentirme?.

Isabela se trata de ir contra Carlos al igual que él a ella pero Luciano interviene.

Luciano: ¡Ambos deben de parar esto ya! (a Isabela) Señorita, todos están observando, tranquilícese. En todo caso, la reunión termina ya. La señorita se va ahora (de nuevo a Isabela) Vámonos, señorita (se va con Isabela forzándola)

Carlos: (en voz baja) ¡Esos imbéciles...!

Carlos también se retira de ahí dejando a los demás empresarios sorprendidos, luego llama a alguien...

Carlos (en la línea telefónica): Soy yo... Ve y averigua sobre el proyecto en el que Isabela está trabajando (cuelga)

Cerca de allí, Isabela y Luciano están cerca de los ascensores de la empresa. Ambos se acercan a uno y Luciano presiona el botón llamándolo.

Luciano: ¿Por qué llegó tarde señorita? Sabía que el Representante San Miguel podría crearle problemas (Isabela lo mira seria) ¿Qué?, ¿pasó algo malo? (Isabela no deja de mirarlo) Señorita...

Isabela: (mintiendo) Nada. Tuve una pelea con Gonzalo (se sube al ascensor con Luciano)

NOCHE
MANSIÓN SAN MIGUEL
HABITACIÓN DE ISABELA



Isabela después de haber llegado de la empresa, entra a su cuarto, sentándose en la cama muy confundida sobre Luciano, empieza a recordar algunas cosas que Luciano le ha dicho, confirmando lo que ya sabe sobre él.



"Luciano (en recuerdo): Señorita, no sabe nada de mí. Soy una mala persona.

Isabela: ¿Qué? ¿Por qué harías cosas malas?

Luciano: Pero, ¿quién podría saber? Señorita, no me conoce. ¿Cómo he vivido? ¿Qué estaba pensando?. Eso no lo sabe, así que no confíe en nadie, tampoco en mí."

Isabela deja de recordar.

Más tarde, en la sala del comedor, en el piso cae un plato blanco que tenía comida "Bagre", rompiéndose. Isabela es quien lo dejó caer por su mal humor. Allí también está Luciano, Lupe y las tres empleadas de siempre.



Isabela (muy enojada): ¿¡Saben que odio el Bagre!? Qué poco apetitoso (a las empleadas) ¿Qué están haciendo?

Lupe (tímida): Lo siento señorita, debí haber considerado eso. Pero, ¿qué le parece el filete de pescado francés? (le pasa un plato de filete de pescado francés)

Isabela: (empujando el plato cayendo al piso) ¡No, tampoco quiero eso!

Lupe: Sé que no tiene mucho apetito, pero hemos preparamos platos de sabor fuerte. Por lo menos coma ensalada.

Isabela: No, olvídalo. No me gusta nada que hayas preparado. ¿Cómo estás haciendo tu trabajo? No quiero esto (empuja un plato dejándolo caer) No quiero aquello (tira al piso otro plato quebrándolo) ¡No quiero nada de esto!.

Isabela tira un par de platos más al piso justo cuando Lupe se agachó a recoger los demás, causando que un pequeño vidrio de uno de los platos, caiga en la mejilla de Lupe.

Luciano: (se agacha a Isabela) Señora Lupe, ¿se encuentra bien?

Lupe: (levantándose del piso) Estoy bien Mayordomo Castaño, no se preocupe (se tapa la cortada que tiene en la mejilla con la mano izquierda) Estoy bien.

Lupe se va, Isabela la mira sin ninguna preocupación.

Empleadas: (al mismo tiempo yendo tras Lupe) ¡Señora! ¡Señora!

Luciano mira muy molesto a Isabela, ella también lo mira pero de inmediato sale de allí. Cuando camina por la sala en donde hay un piano, Luciano va hacia ella y la toma del brazo fuertemente.

Luciano: ¿Qué está haciendo?

Isabela: ¡Fuíeste tú! ¿Qué estás haciendo?

Luciano: Sé que está de mal humor hoy, pero no debería comportarse así. Discúlpese con la señora Lupe.

Isabela (ofendida): ¡Qué broma! No fue que lo haya hecho a propósito, ¿por qué tengo que disculparme?

Luciano: (gritándole) ¡Mire como habla! No debería hablarle así a las personas. La señora Lupe es muy buena con usted, ¿cómo puede hacerle eso tan malagradecido?

Isabela: (soltándose de Luciano) ¿Qué? ¿Malagradecido? ¿Dijiste que no es la forma de tratar a las personas? Entonces, déjame preguntarte algo. ¿Crees que tienes el derecho de decirme esto? (gritándole y poniendo su mano en el pecho de Luciano) ¡Pon tu mano en el pecho e intenta pensar si tienes el derecho de decirme eso!

Isabela mira muy seria a Luciano y se va a su habitación. Cuando llega, va hacia su cama, empezando a destenderla, tirando las sábanas al piso y las almohadas. Luego se acuesta sobre ella muy desesperada.

SALA

Luciano y Lupe están sentados en los sofás de la casa de la mansión San Miguel, Lupe tiene una curilla en la herida de la cara.



Luciano: Esa chica, que mal temperamento (viéndole la herida) Pero, ¿estás bien?

Lupe: Estoy bien, no es tan serio.

Luciano: ¿Por qué no le dijiste nada? ¿Por qué sólo te fuiste así?

Lupe: (sonriendo sin ánimo) ¿Yo? ¿Quién soy yo para...

Luciano: (interrumpiéndole) Cuando ella se molestó así, debiste hablar con ella y enseñarle una lección. ¿Cómo pudiste dejarlo así?

Lupe: ¿Quién soy yo para hacer eso? ¿Qué derecho tengo?

Luciano: Al menos eres una superiora aquí ¿no? Todos dejan que se comporte así y por eso es así.

Lupe: Su carácter ha mejorado, antes de que llegaras, era peor. Cada dos ó tres días armaba un escándalo.

Luciano: ¿Eso es demasiado para manejar ¿no?

Lupe: Sí, pero hoy se sonprepasó un poco (inquieta) Quizás algo le está molestando

Luciano: ¿Ella te trata siempre así? ¿no la odias?

Lupe: ¿Por qué debería hacerlo? (sonríe) Es linda.

Luciano: ¿Qué? ¿En serio?

Lupe: Sí, me gusta mucho. ¿Sabes lo linda que era pequeña? Piel blanca, ojos brillantes y con un temperamento dócil.

Luciano (sorprendido): ¿Dócil? ¿Su temperamento? (ríe)

Lupe: Como cualquier niño.

Luciano: (riendo) Todos los niños son dóciles.

En ese momento viene una empleada y se acerca a ellos.

Empleada: (a Lupe) Señora Lupe, la señorita salió sola.

Lupe (sorprendida y preocupada): ¿Qué? ¿Salió sola?

ACERA DE UNA CALLE

Isabela esta parada en la acerca de una calle que queda cerca del trabajo de Gonzalo, esperándolo, de repente él llega.



Gonzalo: ¡Isabela! (va hacia Isabela corriendo)

Isabela: No estás ocupado, ¿verdad?

Gonzalo: (sonriendo) Acabo de terminar. Estaba a punto de llamarte, ¿qué pasa?

Isabela: Estaba aburrida (Gonzalo la mira sin creerle e Isabela le sonríe) Estoy tan aburrida, ¿podrías hacerme un poco de compañía?

Gonzalo: (le sonríe) ¿Quién eres como para rechazarte? Claro que te acompañaré (pensando) Pero, ¿qué hacemos?

Minutos más tarde, Isabela y Gonzalo están en un puesto de ventas de algodón dulce, ambos ríen muy entretenidos viendo como la vendedora hace al algodón.

Isabela: (sonriendo) ¡Increíble!

Gonzalo: (también sonriendo) Sí, increíble.

Vendedora: (le entrega a Isabela el algodón de dulce que se sostiene con una vara de madera) Tome señorita.

Isabela: ¡Gracias!

Isabela riendo acerca su algodón de azucar a Gonzalo y cuando iba a tratar de morder un poco, Isabela ahí mismo lo aleja para que no coma tratando de jugar con él.

Gonzalo: ¿Está bueno? (Isabela dice sí con la cabeza)

Más adelante, Isabela está sentada en una banca que está dentro de una cancha de baloncesto viendo como Gonzalo juega el juego y a la vez comiéndose su algodón dulce y así de repente, Gonzalo la invita a jugar.

Gonzalo: ¡Isabela, ven acá!

Isabela se levanta de la banca un poco avergonzada y cuando llega donde está Gonzalo, éste le entrega el balón de baloncesto para que lo enceste en una cesta e inmediatamente Isabela logra encestar sorprendiendo a todos y riendo muy entretenida.

Gonzalo: (riendo con ella) ¡Wow, eres buena!

Minutos después, Isabela y Gonzalo están sentandos juntos en una banca que está frente un árbol en un parque.

Gonzalo: (sonriéndole) ¿Te sientes mejor ahora?

Isabela: ¿Qué?

Gonzalo: Dime... No viniste porque estabas aburrida, ¿verdad?

Isabela (descubrida): Oh... (pensativa) Gonzalo, todos parecen medirme por mi riqueza.

Gonzalo (desconcertado): ¿A qué te refieres con eso?

Isabela: Pues, no es la primera vez y sé lo que los demás piensan de mí. Para las personas no soy Isabela San Miguel, sino la sucesora del
Grupo San Miguel, Isabela San Miguel. Una chica rica con mala personalidad. Quisieran ignorarme pero no pueden por causa de mi dinero. Es así, ¿no?

Gonzalo: Ummm, no lo sé, pero quizás no.

Isabela: Tú no, por supuesto Gonzalo (empezando a hablar de Luciano) Tenía un amigo en el que confiaba mucho. Luego, descubrí que ese amigo no era diferente del resto.

Gonzalo (curioso): ¿Puedo preguntar quién es?

Isabela: (mintiendo) Aunque te lo dijera, no lo conoces (hablando nuevamente de Luciano) De cualquier forma... de verdad confiaba en mi amigo. Creía que era un buen hombre, un hombre de buen corazón. Gonzalo, nunca has sido traicionado por alguien en quien confiabas, ¿cierto?

Gonzalo: ¿Por qué no? Por supuesto que sí.

Isabela: Entonces, ¿qué hiciste?

Gonzalo: ¿Qué más puedo hacer? Seguir creyendo

Isabela: ¿Qué?

Gonzalo: Quizás soy ingenuo... pero cuando confío en una persona, seguiré confiando en ella hasta el final. En la vida, las personas no son malas, sino que sucumben a las circunstancias. Quizás tu amigo también es así. A ese amigo, ¿podrías darle otra oportunidad? Ya que es un amigo en el que confías, creo que merece la pena que lo hagas. Todavía no es muy tarde para hacerlo.

De repente, el celular de Gonzalo empieza a sonar, quien lo llama es Luciano.

Gonzalo: (contestando) Sí, habla Gonzalo Martínez.

Luciano: (por la otra línea teléfonica) Buenas noches abogado Martínez, ¿está la señorita con usted?

Gonzalo: (mirando a Isabela) Ah, Mayordomo Castaño... Sí, Isabela está conmigo.

Luciano cuelga dejando desconcertado a Gonzalo quien al instante guarda su celular en el bolsillo de la camiseta.

Gonzalo: Isabela, él colgó.

Isabela (seria): Tal vez tenía sus razones.

Más tarde, Isabela va llegando a la mansión San Miguel, cuando estaciona su auto en un buen lugar, sale de él y cierra la puerta. Cuando iba a pasar a la mansión, ve a Luciano arreglando algunas flores en el jardín, Isabela lo mira algo triste.



Isabela: (en voz baja) De verdad me gustaría seguir confiando en ti.

Isabela entra a la mansión justo cuando Luciano la ve.

Luciano: Regresó, me pregunto si le dijeron.


Luciano deja de arreglar las flores y también entra a la mansión, cuando empieza a subir las escaleras, siente una presencia detrás de él e inmediatamente mira hacia atrás pero no ve nada por lo que sigue adelante. Después, en el estudio, una persona misteriosa a la que solo se le ven las manos, está tecleando en el computador portátil de Isabela, recopilando información de sus negocios a una memoria USB.

AL DÍA SIGUIENTE
EMPRESA SAN MIGUEL
OFICINA DE ISABELA

Isabela está sentada en un asiento frente a un escritorio lleno de papeles, leyendo una carpeta de documentos. Luciano está presente quien nuevamente le pide permiso a Isabela para salir a verse con "un amigo" que en realidad son los mafiosos prestamistas.



Isabela: ¿Amigo? ¿Vas a volver a verte con tu amigo? Ayer, también dijiste que ibas a ver a tu amigo.

Luciano: Ayer surgió algo, así que no pudimos vernos.

Isabela: Ya veo, está bien. Puedes ir.

Luciano: Regresaré antes de que terminen las horas de oficina.

Isabela: No es necesario que te apures. Tómate tu tiempo, está bien.

Luciano sale de la oficina y cuando se va a ir del todo, Isabela también sale viéndolo irse e inmediato llama a la policía.

Isabela: (en la línea del celular) Ya va para allá.

Varios autos de policías, salen de la estación y se dirigen al apartamento donde están los prestamistas. Mientras tanto, ellos juegan cartas en dicho lugar.

Prestamista 2: (al prestamista 1) ¿No dijiste que íbamos a recibir el dinero de Isabela San Miguel? Entonces, ¿por qué le estamos pidiendo esto a Luciano Castaño?

Prestamista 1: ¿Por qué no lo entiendes? Es matar a dos pájaros de un tiro.

Prestamista 2: Pero, ¿no dijo Isabela San Miguel que no lo tocáramos?

Prestamista 1: No sabes nada de negocios. Con ese espíritu débil, ¿cómo puedes abrir un negocio en una industria desalentadora? (tocan la puerta) Mayordomo Castaño, pasa.

Los policías entran al apartamento y los prestamistas tratan de escapar pero son atrapados. Luciano va llegando y cuando ve como la policía tiene esposados a los mafiosos, de esconde.

Prestamista 2: Oh de verdad, consíganme a mi abogado.

Prestamista 1: ¿Nos están arrestando?

Prestamista 3: (quejándose por el maltrato de los policías) ¡Eso duele!

Luciano: (en voz baja y desconcertado) ¿Qué está sucediendo?

Cerca de allí, hay un lujoso auto y dentro de él, alguien mira todo lo que está sucediendo, por el retrovisor, se ve que es Isabela, quien quería estar segura de que si arrestaran a los prestamistas. Un agente de policía se acerca al auto y le entrega una carta que es de la prueba del arresto.

Policía: ¿Así que este hombre no está involucrado con el resto?



Isabela: Ese hombre... no ha hecho nada malo (rompe el papel).

Luciano está hablando por celular con Flor contándole lo sucedido.



Flor: (en la otra línea) ¿Entonces se llevaron a esos imbéciles?

Luciano: Sí, y no sé quién pidió que los arrestaran.

Flor: Ay pues menos mal, cometieron muchos crímenes... es bueno que la policía los atrapara, no te preocupes por eso.

Luciano: Pero, todo sucedió tan repentinamente, es sólo que se siente un poco raro.

Flor: (sonriendo) Es porque estás muy contento Luciano. Acabo de salir de trabajar, ven acá. No podemos dejar de celebrar un gran evento como éste.

Luciano: Me gustaría, pero no ahora. Tengo que ir a recoger a la señorita.

Flor: ¿Oh, sí? Entonces no nos veremos. Te veo luego en la oficina, adiós Luciano (cuelga enojada) Sigue hablando de ella todo el tiempo, es enfermante.

MÁS TARDE
CASA SMITH
HABITACIÓN DE FLOR

Flor y su madre Pepita conversan entretenidamente, Flor le cuenta a Pepita sobre el arresto de los mafiosos.



Pepita: ¿Oh de verdad? Es grandioso, ¡gracias a Dios! (sonríe) Me pregunto quién los reporto, ¡esto es tan genial!

Flor: Ahora Luciano puede comenzar una nueva vida. Primero, que se salga de
la casa de Isabela San Miguel.

Pepita: ¿Por qué debería dejar un trabajo tan bueno?

Flor: Mamá, ¿sabes lo mucho que ha sufrido por culpa de esa Isabela San Miguel?

Pepita: Para ganar dinero, se tiene que sufrir. Es lo mismo en todas partes. Además, no puede encontrar otros trabajos, ¿verdad? Si no cuida ese trabajo, ¿cómo va a casarse y a tener hijos?

Flor (molesta): ¿Casarse? ¿Qué pasa contigo, mamá? Quería fingir no saberlo y dejarlo pasar, pero escuché que querías que Luciano fuera a una cita a ciegas, ¿verdad? La del salón de belleza me dijo. Mamá, ¿por qué hiciste eso?

Pepita: ¿Por qué más? Lo hice por ti. Dijiste que te gustaba Luciano, por eso lo hice. ¿Qué hay de malo?

Flor: ¡Mamá!

Pepita: Ya que sacas el tema, te lo diré... Luciano no podrá ser. Claro que no, así que deja de soñar.

Flor: ¿Por qué no? ¿Por qué no Luciano y yo? ¿Porque era un gigoló? ¿Es lo que tratas de decir?

Pepita: Aunque fue por el bien de su madre, lo que hizo estuvo mal. Puede ser que ya no tenga esa deuda, pero no puedo dejar que te cases con él.

Flor: Mamá, ¿cómo puedes decir esas cosas? Aunque otros lo llamen gigoló... tú y yo no deberíamos decir eso de él. Pero, mamá, ¿cómo puedes decirlo ahora?

Pepita: Luciano es como mi hijo y sé que es un buen muchacho, me duele verlo así. Desearía poder pagar todas sus deudas... y quiero que se case y tenga hijos y cuando los tenga, también le ayudaré a criarlos. Puedo hacer todo por él. Excepto tú, ¡no tú!

Flor: ¿Por qué no? ¿Qué tengo de genial? No soy nada (se pone con los ojos vidriosos) Graduada de una pobre universidad, me tomó tanto tiempo encontrar trabajo, apenas puedo alimentarme a mí misma. Dime qué tengo de genial. ¿Qué tengo yo para ser mejor que Luciano? Luciano dijo que aunque sus padres no estuvieran con él y viviera solo... cualquier cosa estaría bien, mientras que estemos tú y yo. Pero mamá, ¿cómo puedes decir eso? No puedo casarme con él porque era un gigoló, ¿cómo puedes decirlo con tu boca?

Pepita: Cuando tengas hijas lo veremos, y volveremos a hablar sobre esto.

Flor: ¡Mamá!

Pepita: Sí, aunque sea una mala mujer... Aunque todo el mundo me señale con el dedo... Aunque Luciano se moleste conmigo... Aunque la madre de Luciano en el cielo se moleste conmigo... Ni siquiera entonces, dejaré que seas tú.

Flor: Mamá, lo siento, pero no podrá ser. Aunque Luciano hiciera cosas peores que ser un gigoló, no puedo dejarlo ir, no puedo hacerlo (se va).

Pepita: ¡Flor! ¡Ven aquí Flor! ¡Flor!

Flor sale de la casa, fuera de allí se para en medio las escaleras a las que se debían de subir para poder entrar a la casa y empieza a llorar pero acto seguido, se limpia rápidamente con sus manos. Luciano se está dirigiendo a una licorería en un taxi, cuando va llegando, el auto para y él le paga al conductor.



Luciano: Gracias.

Luciano sale del taxi y cuando ve el lugar donde debía de recoger a Isabela, se confunde y se sorprende ya que es un restaurante que en mayor cantidad hay licor.

Luciano (confundido): ¿Es éste el lugar?

Luciano entra al restaurante, allí, Isabela está sentada frente a la barra de clientela bebiendo licor, Luciano se acerca a ella y se sienta al lado de ella.



Isabela: ¿Ya estás aquí? ¿Tú solo?

Luciano: ¿Está bebiendo sola? ¿Sin amigos?

Isabela: Ahora que estás aquí, está bien (sirve en una copa vino y se la ofrece a Luciano) ¿Quieres beber algo?

Luciano: No, gracias (Isabela suelta el vaso) ¿Se arregló con el Abogado González? Pensé que ya se habían arreglado cuando llegó anoche a la casa. Pero, ¿por qué peleó con el abogado?

Isabela: ¿Por qué? ¿Vas a resolverlo por mí?

Luciano (extrañado): ¿Qué?

Isabela: Pude salir con Gonzalo con tu ayuda... ¿por qué no pensé en preguntarte? Eres un experto en el área del amor, ¿no es así? (empieza a hablar de Luciano metiendo a Gonzalo) Gonzalo me mintió.

Luciano: No parece ser una persona que haga eso.

Isabela: Yo tampoco lo pensaba... esto es completamente inesperado. Pensé que era un buen hombre, no importa cómo, sólo quería confiar en él. Sus ojos no parecían estar mintiendo... pero, estaba equivocada.

Luciano: Así que, ¿está decepcionada del abogado?

Isabela: (lo mira fijamente a los ojos) ¿Decepcionada? ¿Puede ser descrito con una palabra tan débil como ésa?

Luciano: ¿No se le ocurrió pensar que podría tener alguna otra razón oculta?

Isabela: Podría ser. Pudo haber tenido alguna. Pero, si me hubiera dicho la verdad... podría haberla aceptado de alguna forma.

Luciano: Hay situaciones en las que uno quiere hablar con la verdad, pero no se puede.

Isabela: ¿Qué situaciones son ésas?



Luciano: Los pequeños errores pueden aceptarse fácilmente. Pero un enorme error... (se queda callado siguiendo en otro tema) Por el miedo a perderla, por el miedo de no poder volver a verla... quizás por eso no pudo hacerlo, ¿cierto?

Isabela: (se le ponen los ojos vidriosos) Nunca pensaré así, nunca.

Luciano: Entonces señorita, ¿qué quiere que haga el Abogado Gonzalo Martínez?

Isabela: Decirme toda la verdad. Ahora no es muy tarde, para decirme toda la verdad. ¿Por qué te estoy diciendo todo esto hoy? Y tú... ¿Nunca me has mentido? (Luciano voltea la cara para no mirarla) Como la otra vez que le pediste a tus amigos que me enseñaran una lección... ¿qué más me escondes? (Luciano no quiere responder) Dime, te perdonaré (Luciano aún no quiere responder) Dime, ¿no escondes nada?

Luciano: (mintiendo) No.

Isabela: (sorprendida) ¿De verdad nada?

Luciano: No.

Isabela: (triste) Entonces... está bien.

Isabela sale del restaurante y Luciano la sigue, cuando están a fuera, Luciano abre el tema de antes.

Luciano: Señorita, sé que está muy deprimida ahora, pero, vaya mañana a
hablar con el abogado. ¿No son más fuertes las mujeres que los hombres? Así que sea indulgente, y perdone esta vez al abogado.

Isabela: Sí, Mayordomo Castaño. Lo que dijiste es verdad. Debería hacer eso. Pero, ¿cómo es que el Mayordomo Castaño conoce tan bien el corazón de las mujeres?

Luciano no responde nada y solo la mira, hasta que finalmente Isabela se digna a decirle lo que sabe.

Isabela: ¿Solías ser un gigoló? (Luciano se sorprende muy nervioso y asustado) ¿Qué? ¿Piensas que no sé que te acercaste a mí como gigoló para seducirme? (se trata de ir pero Luciano la detiene)

Luciano: ¿Cómo lo supiste?

Isabela: Tus amigos me lo dijeron todo. ¿No les habías prometido 100 millones de dólares?

Luciano: Señorita...



Isabela: (interrumpiéndole a punto de llorar) ¿Por qué no me di cuenta? Cuando viniste a ser mi mayordomo... Cuando entraste a mi habitación... ¿Acercamiento? Un beso tiene que ser inesperado, ¿verdad? (se acerca más a él) ¿Por qué no me di cuenta antes? Como una tonta...

Luciano: ¡Señorita!

Isabela: Imbécil, estás despedido.

Isabela se ve de allí corriendo y afortunadamente un taxi llega por lo que se sube en él y se va.

Luciano (también con los ojos vidriosos): Señorita...

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