martes, 14 de octubre de 2014

Mi Bella Dama [Capítulo 37] PENÚLTIMO

Luciano empieza a caminar primero con lentitud y luego sigue corriendo, dirigiéndose de nuevo para el cuarto del hotel en el que está Isabela. Cuando llega a la puerta, toca varias veces, hasta que Isabela abre. Se puede notar que ha estado llorando seguido desde que él salió. Luciano la mira unos breves segundos, luego entra y la abraza. Se desprenden después de otros segundos más e Isabela le corresponde. Ambos continúan besándose, mientras ella le quita el saco de mayordomo a Luciano. La puerta de la suite se va cerrando lentamente…

Al día siguiente, el viento sopla las cortinas de la suite presidencial. La luz ilumina el cuarto. Isabela y Luciano están cobijados por una misma sábana blanca. Los dos están casi abrazados. Isabela se despierta y al verse con Luciano, se sorprende, pero luego se tranquiliza. La muchacha le toca el rostro a Luciano con una sonrisa en su casa, pero al ver que él está despertando, se sonroja y cambia de mirada.



Luciano: (sonríe) ¿Dormiste bien?

Isabela asienta con la cabeza. Un breve momento después, los dos están jugando en la cama envueltos en la misma sábana. Isabela tira a Luciano y éste luego hace lo mismo. Los dos acercan sus rostros en modo de charla, riendo y divirtiéndose. Unos minutos después, Luciano está llevando a la cama una bandeja con un par de cafés. Él empieza a comer al lado de Isabela, los dos sentados en la cama. Después de eso, se empiezan a intercalar varias escenas, en donde los dos caminan por la calle sonriente, luego entran a varios almacenes y se prueban accesorios graciosos para el cabello. También entran a un centro comercial, en donde compran ropa. Finalmente los dos están caminando con lentitud por la acera de la calle, dirigiéndose a la mansión San Miguel.

Luciano: ¿No tienes miedo de decirle a su abuelo que estamos saliendo?

Isabela: ¿Y qué hay de ti? ¿SI estás listo también?

Luciano: Para serle sincero, me da un poco de susto estar parado en frente de don Humberto y que nos niegue, o quizás te corra de la casa.

Isabela: Si me corre, solo debes de recibirme sin dejarme a un lado. No quiero que pase más lo que… (Sonríe y cambia de tema). ¡Mejor sigamos caminando! (Los dos ríen).

MANSIÓN SAN MIGUEL
PASILLO DE ENTRADA

Lupe está recibiendo a Isabela y Luciano en la mansión. Ella está sorprendida puesto a que Luciano también hablará con don Humberto.



Lupe: Está bien señorita… Entonces creo que puede pasar. Él debe estar en la sala, tomando café como le es de costumbre.

Isabela: Gracias Lupe. Esperamos que nos reciba (se va con Luciano).

Lupe: (suspira un tanto preocupada) Espero que la señorita pueda terminar bien…

En la sala de la mansión, don Humberto está sentado en un sofá de la sala. Isabela y Luciano se acercan a él.



Don Humberto (serio): Bien, ¿qué es lo que quieren? (Isabela iba a hablar pero él le interrumpe). No, tú no me expliques nada. El mayordomo es quien debe dirigirse a mí… Te atreves a presentarte delante de mí, seguro debe ser algo importante lo que debas de decirme.

Luciano: Tal vez suene un poco presuntuoso… Pero no quiero se apartado de Isabela (la toma de la mano).

Don Humberto: ¿Qué estás diciendo?

Luciano: No me rendiré hasta que usted pueda darnos su aprobación.

Isabela: Abuelo… Por favor danos tu aprobación, por favor… (Don Humberto suspira sin otra opción).

MÁS TARDE
EMPRESA SAN MIGUEL
OFICINA DE CARLOS

Carlos está hablando por celular con alguien misterioso. Él está enojado y sorprendido a la vez.



Carlos: (hablando por celular) ¿Qué dices? ¿Cómo que Humberto sí les dio la aprobación a esos dos? Colgaré ya, gracias (cuelga). ¿Cómo es posible? ¿Qué es lo que tramará ese viejo lobo? No creo que le haya dado la aprobación a mi sobrina y al tonto mayordomo así de fácil, algo debe tramar… Debo descubrirlo (ríe).

De repente un joven secretario de él se acerca a él corriendo. Le entrega un periódico.

Joven: ¡Representante San Miguel, mire esto!

Carlos ve en el periódico una nota titulada “Amor Puro de un ex gigoló con una heredera”.

Carlos: Ya veo… Seguro Humberto aceptó la aprobación para bajar los escándalos de Isabela y ese mayordomo. ¿Cómo se atreve ese viejo a utilizar un truco así? (Con rabia) ¿Cree que me quedaré sin hacer nada?

MANSIÓN SAN MIGUEL
JARDÍN

Luciano está saliendo de la mansión. Él está pensativo. Empieza a recordar lo que don Humberto dijo hace unos momentos, escena que no se mostró.

MOMENTOS ANTES
MANSIÓN SAN MIGUEL
SALA



Don Humberto: Está bien, no tengo otra opción que permitirlo, pero por la principal razón… El grupo San Miguel. De de esta forma se calmarán los escándalos y manipularemos fácilmente a la prensa (se para del sofá mirando serio a Isabela y Luciano). Los dos deben de regresar al trabajo hoy mismo. No quiero que el representante San Miguel (se refiere a Carlos), vea fallas en ti, Isabela (mientras se va yendo). Qué absurdo esto…

FIN DEL RECUERDO

Luciano deja de recordar. Isabela viene detrás de él.



Isabela: ¿En qué piensas tanto que estás tan concentrado?

Luciano: (se acerca a ella) Solo me sorprendía un poco la pronta aprobación del señor Humberto.

Isabela: Creo que tú siempre le has caído bien. Mejor vayamos a la empresa ya. ¿Te parece?

Luciano acepta. Los dos caminan un poco para adelante y entran al auto. Luciano le iba a abrir la puerta a Isabela pero ésta lo detiene.

Isabela: No te preocupes, yo hablo mi puerta, entraré sola (sonríe y entra al auto con Luciano).

Luego el auto arranca. Dentro de la mansión, don Humberto los estaba observando por la ventana de su cuarto desde arriba. El director Alfonso pasa a su cuarto, acercándose a él.



Alfonso: En verdad me sorprendió. No pensé que fuera a dar su permiso para la relación de la señorita y el mayordomo.

Don Humberto: (voltea a mirarlo) ¿Aprobación? ¿Quién dijo que en realidad los aprobé? (Alfonso se sorprende). Ya conocemos la personalidad de Isabela. Si decía que no, iba a empezar a hacer escándalos y eso es lo que debo evitar.

Alfonso: Eso es cierto, pero… (No está de acuerdo con don Humberto)

Don Humberto: (le interrumpe) También pensé en Carlos, quien seguro hubiera terminado de arruinar la imagen de mi nieta. No estoy bien por eso, pero debo usar a Luciano Castaño. Lo mantendré hasta que el sucesor sea nombrado, después de eso, no permitiré que se acerque más a Isabela.

EMPRESA SAN MIGUEL

Flor está detrás de Adela, siendo su asistente y cargando unas cajas de zapatos. Las dos van a salir de la empresa.



Adela: (cruzando los brazos) ¿Quién lo diría? ¡Un mayordomo y una reconocida heredera! ¡Qué relación tan absurda!

Flor: Por favor no hable de esa forma ni se dirija así hacia Luciano.

Adela: De cualquier modo, veo que te importa mucho ese gigoló.

Flor y Adela se detienen a mirar sorprendidas a Isabela y Luciano llegar, los dos tomados de las manos. Las personas que pasan cerca de ellos murmuran cosas. Ambos continúan caminando, pasando en frente de Flor y Adela sin verlas.

Adela: (negando con la cabeza) Isabela está mal. ¡Sigamos yendo al trabajo!

Flor y Adela continúan yéndose. Cerca de ellas, Isabela y Luciano también caminan en un punto diferente.



Luciano: Ahorita debo regresar a casa. Necesito recoger algunas cosas que olvidaste donde Flor y Pepita.

Isabela: Sí, tienes razón. Por cierto, debes de entregarle de parte mía un regalo que le daré a Flor (sonríe).

Isabela se sorprende al cruzarse con Gonzalo. Ella pronuncia su nombre extrañada. Más tarde, Isabela y Gonzalo platican, cerca de la empre y sentados en una banca, disfrutando del atardecer que está viniendo.





Gonzalo: Lamento lo de la última vez… Quizás debí comprender lo tuyo con Luciano, pero pensé que era por tu bien lo que yo hacía. ¿Puedes comprender mis intenciones?

Isabela: Sé que no me pusiste en aprietos con intención, por favor no te preocupes…

Gonzalo: Siento que debo dejarte ir, ya que creo entender tus verdaderos sentimientos. ¿Me perdonas Isabela? (Sonríe)

Isabela: No debes de pedir perdón Gonzalo. Debe ser al contrario, yo…

Gonzalo: (la detiene) Está bien. Ahora solo debo de cambiar de horizontes. No quiero de igual forma perder mi amistad contigo. ¿Podemos seguir siendo amigos? No habrá nada más, te lo prometo (le sonríe sincero).

Isabela: Por supuesto, podemos seguir con nuestra amistad…
Gonzalo (sonríe): Gracias Isabela. Me marcho ya (se levanta). Gracias de nuevo por todo. Hasta pronto.

Gonzalo se va. Isabela lo mira un poco nostálgica y triste por él, pero sin pensar en cambiar lo que está viviendo con Luciano.

MÁS TARDE
CASA SMITH
CUARTO DE FLOR

Luciano está hablando con Flor. Ésta le entrega un maletín con algunas cosas de Isabela.



Flor: Esto es todo lo que Isabela dejó aquí. Me siento aliviada de que ya no esté aquí (ríe). Tal vez suena un poco egoísta, pero ya comprenderás a lo que me refiero…

Luciano: Claro que sí Flor. Ah, por cierto… Ella te mandó esto (toma una bolsa y se la entrega). Ábrelo, seguro que te gustará.

Flor abre la bolsa y saca una blusa fina que le queda muy bien a Flor.

Luciano: Es perfecta para ti ¿no? La compró cuando esta mañana fuimos a un centro comercial.

Flor: Oh, sí, me gusta mucho… Dile que muchas gracias, tal vez ya no me caiga tan mal como antes (ríe).

HORAS MÁS TARDE
MANSIÓN SAN MIGUEL

Luciano acaba de llegar a la mansión. Él carga el maletín de cosas de Isabela. Se encuentra subiendo las escaleras que lo traerán al piso principal de la mansión. Isabela lo espera arriba. Cuando él llega, lo asusta.



Isabela: ¡Oye! (Luciano la ve).

Luciano: ¡Qué susto señorita! (Le entrega el maletón). Esto es lo que dejaste en la casa de Flor.

Isabela: Me parece bien. Qué caballeroso eres. Me iré a dormir ya. ¡Seguro mañana será un día pesado!

Luciano: Por supuesto (sonríe e Isabela se va).

Luciano cambia de lado y se va dirigiendo a su cuarto de mayordomo, pero se extraña al escuchar unos ruidos. Él se da cuenta que provienen del estudio, por lo que va allí y al abrir la puerta, ve a un mayordomo buscando en el estante de libros algo.

Luciano (extrañado): ¡Mayordomo López! ¿Pero qué hace aquí?

Mayordomo López: (mintiendo) Solo estaba buscando algo… En realidad iba a limpiar algo… Me debo retirar mayordomo Castaño. ¡Permiso!

El mayordomo sale del estudio, dejando a Luciano desconcertado. Un breve momento después, López está hablando por celular con alguien, en el jardín de la mansión.

Mayordomo López: Lo siento, no encontré nada…

En el otro lado de la línea, se encuentra un detective. A su lado está Carlos, los dos están en la sala de juntas de la empresa San Miguel, todo está oscuro, solo hay una luz que entra de afuera.

Detective: (hablando con el mayordomo) Está bien, le avisaré a Carlos San Miguel (cuelga y le empieza a hablar a Carlos). Aún el mayordomo no ha encontrado el testamento de Humberto.



Carlos: Que siga buscando… Ah, y una cosita (ríe). Vuélvelo a llamar, para que le corte los frenos a la bicicleta de Isabela (ríe nuevamente con perversidad).

AL DÍA SIGUIENTE
MANSIÓN SAN MIGUEL
ESTUDIO

Isabela está revisando su tienda online por su laptop. Ella mira algunas cuentas y se fija bien en una tabla de resultados, revelando que la logrado incrementar un número bueno de ventas diarias.

MÁS TARDE
MANSIÓN SAN MIGUEL
CUARTO DE DON HUMBERTO

Isabela está afuera del cuarto de su abuelo, esperando ansiosa a Luciano, quien está hablando con don Humberto en el cuarto de éste.



Don Humberto (a Luciano): ¿Pensaste en tener esperanzas de que iba a aceptar en realidad tu relación con mi nieta, no?

Luciano: Presidente, tal vez estas palabras suenen un poco pretenciosas, pero yo… En realidad amo a la señorita.

Don Humberto: ¿Entonces quieres que te acepte? Ya que amas a Isabela, debes de mantener esto en secreto… No los aprobé en verdad, solo lo hago por el bien de ella y del grupo San Miguel. Ahora sal de aquí.

Luciano decepcionado del anciano, sale de su cuarto cerrando la puerta. Isabela se acerca a él emocionada.



Isabela: ¿Qué hablaste con el abuelo?

Luciano: Cosas sin mucha importancia. Hablamos sobre el grupo San Miguel y el bien de él. Ya luego él te comentará alfo relacionado con eso. No hay de qué preocuparse (miente por la felicidad de Isabela). Mejor le propongo algo… El clima del día de hoy está bonito. ¿Salimos?

Isabela acepta sonriendo alegre. Más tarde, los dos están en un parque muy bonito, rodeado de árboles y teniendo en el medio la carretera por la que no circulan autos. El parque es el mismo de hace tiempo, cuando él le enseñó a Isabela a montar bicicleta. Ambos están jugando el famoso juego del escondite. Isabela está contando y Luciano se esconde detrás de un árbol, luego la señorita sale a encontrarlo, logrando su objetivo. Luciano la abraza y ella le corresponde, ambos muy felices. Luego Luciano es quien cuenta y a Isabela le corresponde esconderse, pero ella no lo hace, sino que se queda detrás de Luciano. Cuando él va a salir a buscar, Isabela sale corriendo y lo abraza por detrás. Un breve momento después, los dos juegan con burbujas. Luciano le toma una graciosa foto con su celular a Isabela soplando con la boca a las burbujas.



Isabela: ¡Oh! ¿Me tomaste una foto? (Va tras Luciano y éste sale corriendo) ¡Bórrala!

Luciano: ¡No! ¡La foto quedó muy chistosa! (Ríe).

Otro momento después, Luciano le está ayudando a Isabela a subirse a la bicicleta, pues la trajeron.

Luciano: ¿Está segura que sabes manejarla sola?

Isabela: Sí, recuerda cuando me enseñaste hace mucho tiempo.

Isabela empieza a pedalear sonriente y disfrutando del viento que le sopla el cabello. Luciano le sonríe. De repente, cuando Isabela quiere frenar, no puede hacerlo.

Isabela (asustada): ¿¡Qué sucede!? ¡Ahhhh!

Luciano sorprendido va tras Isabela. Ésta se cae de la bicicleta, por no haber podido frenar a causa de los frenos, los cuales mandó a cortar Carlos. Más tarde, Isabela y Luciano están llegando a la mansión. Lupe se acerca a ellos corriendo.



Lupe: ¡Señorita, mayordomo Castaño! ¿Qué pasó?

Luciano: Se hirió la rodilla cuando montaba la bicicleta. Pero ya está un poco mejor (ayudando a sostener a Isabela).

Lupe: Si algo pasa, por favor me llaman. Estaré en el cuarto de servicio.

Luciano: Está bien señora, gracias.

Llegada la noche en Miami, Luciano está una bodega cercana al jardín de la mansión. Allí está la bicicleta de Isabela. Él la revisa, dándose cuenta que le cortaron los frenos. Luciano sale de la bodega y se dirige al jardín. Ahí, el mismo mayordomo López está hablando por celular nuevamente, con el detective contratado por Carlos.

Mayordomo López: Me estoy cansando de ayudarles. ¡No sean descarados! ¡Ah! (Cuelga y Luciano viene).



Luciano: ¿Con quién estaba hablando, mayordomo? No diga que un amigo, porque no debe se cierto… ¿Usted tuvo algo que ver con el accidente de la bicicleta, no? (Él se pone nervioso sin otra opción).

Mayordomo López: Lamento lo que tuve que hacer, pero no me quedaba de otra. El señor Carlos San Miguel descubrió que yo no me gradué en la Asociación de Mayordomos. Aquí en la mansión, solo permitían mayordomos graduados. Yo a pesar de haber trabajado duro en ello, no me gradué originalmente. Por eso el representante Carlos me descubrió y estuvo sobornándome.

Luciano: Ya veo… En verdad que él es muy ambicioso.

Mayordomo López: Sí, también me ha ordenado con un detective que busque el testamento. Lo que no sé es para qué. ¿No me delatará, mayordomo Castaño?

Luciano: Por supuesto que no, pero espero que esto no se repita una segunda vez.

Luciano se va del jardín de la mansión. El mayordomo sonríe.

AL DÍA SIGUIENTE
EMPRESA SAN MIGUEL
BAÑOS

Carlos y el detective están hablando en los baños de la empresa.

Detective: Usted debe tratar de que Isabela San Miguel no asista a la junta de hoy, de otra forma, no quedará mal ante todos. El mayordomo López no está queriendo hacer más trabajo (en ese momento llega Luciano).



Luciano: ¡Vaya, vaya! ¡Con que queriendo mandar a un hospital a la señorita! Por suerte no lo lograron, porque solo cortaron los frenos a la bicicleta (el detective se va nervioso).

Carlos: Debo de irme yo también… (Luciano lo detiene).

Luciano (enojado): ¡Deje de fingir viejo hipócrita! Sé que estoy reaccionando mal, pero no tiene que hacer eso en contra de su sobrina. ¿No está avergonzado? ¿Y para qué quiere el testamento del señor Humberto? Veo que tiene unos sucios planes…

Carlos: ¿De qué está hablando?

Luciano: Qué cínico es. Mejor le advierto que se deje de tonterías. Quiero que en la junta donde esté presente la señorita, aplauda fuerte, para honrarla. De lo contrario…

Carlos: ¿Me estás amenazando?

Luciano: ¡No! Solo es una advertencia. Adiós (se va).

Carlos: (hablando entre dientes) Ya verás, mayordomo inútil.

EMPRESA SAN MIGUEL
SALA DE JUNTAS

Isabela está dando su reporte frente a todos los empresarios. Don Humberto y Carlos están presentes.



Isabela: Como se los prometí hace un tiempo atrás, debía incrementar las ventas en mi tienda online. Estoy contenta de haberlo logrado.

Ella sonríe y todos aplauden, especialmente Carlos quien aplaude con más fuerza pero con hipocresía. Minutos más tarde, Isabela está saliendo de la empresa con Luciano.

Isabela: Hoy el representante San Miguel, Carlos, mi tío, se comportó de manera extraña. Me pregunto por qué.



Luciano: Eso es lo que debe hacer (sonríe). Siempre ha parecido codiciar lo que tienes. Espero que no tenga más secretos.

Isabela: ¿A qué te refieres?

Luciano: No es nada importante.

Isabela: Bueno, entonces cambiemos de tema… Vamos hoy a una cita. Pídeme lo que quieras y te obedeceré (ríe).

Luciano: Está bien… Entonces hoy serás mi mayordoma por un día. El trabajo es duro, ya te darás cuenta.

Isabela: ¿Tu mayordoma por un día?

Luciano: Estás en lo cierto. Así que cógeme de la mano mayordoma San Miguel. ¡Vamos!

Luciano hace que Isabela lo tome de la mano. Los dos terminan de salir de la empresa.

Luciano: Espero que la mayordoma sepa hacer su trabajo bien por hoy… (Se da cuenta que ella tiene una falda corta) ¿Por qué tienes una falda así, mostrando a todo el mundo tus piernas? ¡Eso no es para una mayordoma!

Isabela: Perdón Señor. A la próxima, que no habrá saliendo del juego, tendré más cuidado (ríe).



Los dos siguen caminando. Se empiezan a enfocar algunas escenas, en las que ambos ríen mientras caminan por las aceras de la calle, acercándose a mesas en donde se exponen productos para vender. Isabela toma una nariz de payaso y se la pone a Luciano riendo. Luego la devuelve y los dos siguen caminando, llegando a otro puesto de ventas, pero de comida. Isabela y Luciano compran un plato y empiezan a comer.

Luciano: La mayordoma San Miguel debe alimentar a su Señor.

Isabela ríe y toma un tenedor de plástico y le da comida a Luciano, llevándosela a la boca. Así va pasando el día. Isabela se acerca a otro puesto de ventas, donde compra un par de pasa bocas, dándole a Luciano uno y dejando el otro para ella. Finalmente se ven sentados en la banca de un parque, Luciano juega un videojuego con su celular.

Isabela (desesperada): ¡Déjame jugar! ¡Me gusta mucho ese juego!

Luciano: Primero tráeme una bebida.

Isabela se para y se acerca a una tienda, en donde compra una bebida, un jugo de manzana. Luego va hacia Luciano y se la entrega.

Luciano: Está bien (le entrega el celular y empieza a beber).

Isabela: ¡Ya se acabó la batería del celular! (Hace un puchero) ¡Me engañaste! (Luciano ríe).

PARQUE DE BALONCESTO

Ya está atardeciendo. Gonzalo está en un parque de baloncesto. Tiene una pelota. Él salta y la encesta en la cesta, un poco nostálgico. Después oye una voz a su lado…



Flor: ¿En qué piensas tanto?

Gonzalo voltea a su derecha y ve a Flor.

Flor: Casualmente pasaba por acá, y alcancé a verte

Gonzalo: ¿Qué te parece un juego? (Le sonríe).

Gonzalo le entrega el balón a Flor. Los dos empiezan a jugar baloncesto. Gonzalo se sorprende por la habilidad de ella, por lo que empieza a seguirla pero Flor corre como puede, para encestar el balón sin ser atrapada de Gonzalo. Los dos también se divierten. Más tarde, ambos se encuentran sentados en una banca que está al frente del parque de baloncesto.

Gonzalo: Eres muy buena en este juego...

Flor: Pero tú no te quedas atrás, eh (ríe). Y bueno, cambiando de tema… ¿Ya dejaste ir a Isabela?

Gonzalo: Sí, mi corazón está en paz. Pienso que no es bueno presionarla, cuando será inútil ya que Isabela quiere es a otra persona. Me siento más tranquilo así (sonríe). ¿Y tú ya dejaste ir al mayordomo Luciano?

Flor: (pensativa) Tienes razón, creo que no podemos andar persiguiendo a esos dos, cuando se aman. Yo… (Sonriendo) También dejaré irlo. A partir de ahora no seré yo la que se sufra por amor.

Gonzalo: ¿Qué quieres decir?

Flor: Si hay una próxima vez, haré el intento de no enamorarme tanto… Solo me fijaré en esa persona que se fije en mí (ríe).

Gonzalo: (sonriéndole) Flor, eres genial.

Flor: (ríe y le pega con el codo levemente) ¿Apenas te has dado cuenta? (Los dos vuelven a reír mirándose a los ojos).

ACERA DE LA CARRETERA

Isabela y Luciano caminan juntos. Ella parece estar un tanto cansada.



Isabela: Ya es de noche. Ha terminado mi trabajo de mayordoma. ¡Qué alivio! Ya te comprendo.

Luciano: Aún no ha terminado tu día Isabela. ¡Es hasta la media noche! (ríe).

Isabela también ríe y Luciano sigue caminando. La muchacha se detiene en frente de un almacén, en donde está exponiendo detrás de un vidrio inmenso, un brillante vestido de bodas. Isabela está deslumbrada, mirando. Luciano se da cuenta, por lo que se devuelve unos pasos y también mira el vestido.

Isabela: ¿Es bonito, cierto?

Luciano: ¿Te gustaría probártelo?

Isabela: Así no lo haga, espero que suceda algún día (sonríe).
Un momento más tarde, la pareja está dentro del almacén, platicando con la encargada especial.

Encargada: ¿Ya fijaron a fecha del casamiento?

Luciano: Eh, no, aún no. Pero ya hablaremos sobre eso. La señorita solo desea probarse uno de los vestidos.

Encargada: (sonríe) Está bien. Entonces puede tomarse su tiempo (sonríe y se retira).

Unos minutos después, Luciano está sentado en un sofá. Al frente de él hay una pequeña plataforma, en el que la novia se pone el vestido. La tarima está cubierta por una cortina. De repente, la cortina se corre, descubriendo a Isabela. Ésta sonríe al ver a Luciano en frente de él. La muchacha se ve hermosa, el vestido de color blanco le asienta bien y la hace ver muy angelical. Luciano se levanta del sofá y va hacia ella, tomándole las manos con dulzura, mirándolo sorprendido, más enamorado y deslumbrado por su belleza única.

Isabela: (sonríe avergonzada) Di algo…

Luciano: Te ves… Muy hermosa, espectacular… (La suelta y saca su celular para tomarle una foto)

Isabela: Oh, esto es tan vergonzoso.

Luciano le toma una foto a Isabela de lejos. Luego se acerca de nuevo para tomarle otra más cercana.

Luciano: Di cualquier cosa cuando te tome la foto… (Se prepara para tomarle la foto)

Isabela: Te amo…

Luciano toma la foto y baja su celular, un tanto sorprendido por la aclaración de Isabela.

Isabela: Después de un período de tiempo, me gustaría casarme contigo. Ojalá el abuelo nos de su bendición y que tú pidas mi mano.

Luciano: (guarda su celular y la toma de nuevo de las manos) Por supuesto que sí. Cuando el señor Humberto nos de su bendición, me casaré contigo.

MÁS TARDE
MANSIÓN SAN MIGUEL
CORREDORES PRINCIPALES

Don Humberto está pasando por los corredores de la mansión. Logra ver de lejos llegar a Isabela y Luciano riendo. Él termina de irse molesto, no sin antes suspirar.

AL DÍA SIGUIENTE
HABITACIÓN DE DON HUMBERTO

El día está soleado. Don Humberto está sentado en un cómodo sofá en su habitación. Alfonso le sirve el café y se lo entrega, preocupado.



Alfonso (preocupado): ¿Se encuentra bien don Humberto? Varias veces se ha tocado el corazón, y lo veo un poco ansioso.

Don Humberto: Estoy en perfecto estado. No te preocupes (Isabela llega corriendo animada).



Isabela: (sonriendo se sienta a su lado) ¡Abuelo! Me gustaría tener una cita hoy contigo. ¿Qué te parece si vamos al parque forestal? Es muy bonito.

Don Humberto: (también le sonríe) Es un gusto tenerte aquí Isabela. Claro que sí, vamos hoy allí, aprovechando el clima.

Un momento más tarde, Luciano camina por la sala de la mansión, con su uniforme de mayordomo. Al ver pasar a Lupe, se dirige hacia ella.



Luciano: ¡Lupe! (Termina de llegar y ella voltea a verlo). ¿Sabes dónde está la señorita San Miguel?

Lupe: Ella salió en breve, con don Humberto. Creo que fueron a dar una vuelta. El señor necesita tomar aire fresco. No le queda mucho tiempo. Cada vez lo veo más ansioso y más débil. Ojalá pueda vivir más tiempo.

Luciano: Eso espero Lupita. Gracias por avisarme sobre Isabela, nos vemos (se va).

Lupe: (suspira) Ojalá él pueda termina bien con la señorita.

PARQUE FORESTAL



Isabela y don Humberto caminan co lentitud por el parque forestal cercano a la mansión. Alfonso se encuentra afuera del parque, esperando por don Humberto.



Isabela: Abuelo, aprovechando la ocasión… Quiero hablar contigo sobre algo muy importante.

Don Humberto: (sonriendo) Pues bien, puedes decirme. Mis oídos están a tu disposición.

Isabela: Entonces te lo diré de una vez… Quiero casarme con Luciano Castaño (don Humberto cambia de expresión a enojo y sorpresa). Lo siento mucho abuelo, pero yo lo amo…

Don Humberto: No puedes estar hablando en serio (se empieza a perturbar). ¿Vas a dejar a un lado todo lo que he sacrificado? ¡Responde Isabela! Todo lo que he conseguido, ¿lo votarás? ¿Dejarás a la borda el grupo en el que pronto serás la Presidenta? Y todo por un hombre… (Recio). Si te quedas con él, jamás me volverás a ver.

Isabela: (le salen un par de lágrimas) Si esa es la única manera de quedarme con él… Lo siento abuelo.

Don Humberto: (respirando agitado) No tienes sentido.

Don Humberto se empieza a ir del parque, a pasos muy lentos y tocándose el corazón. Llega hasta donde está Alfonso. Éste logra notar su mal estado. En un momento dado, don Humberto cae al piso, tocándose el corazón y cerrando los ojos.



Alfonso: (agachándose a él preocupado) ¡Don Humberto! ¡Don Humberto! ¡Responda! (Isabela llega).

Isabela: (acercándose a él llorando) ¡Abuelo! ¡Abuelo!

HORAS MÁS TARDE
MANSIÓN SAN MIGUEL
JARDÍN

Luciano está pensando distraído, en las últimas palabras que don Humberto le dijo, sobre el engaño de la aprobación de la relación entre Isabela y él. Cuando se iba a ir, su celular empieza a timbrar.



Luciano: (contestando) ¿Hola? (En la otra línea hablan). ¿A Don Humberto? Está bien, iré para allá… Gracias… Adiós.

HOSPITAL DE MIAMI
SALA DE ESPERA

Isabela, Alfonso y Lupe aguardan en la sala de espera de un hospital de Miami. El doctor se acerca a ellos.



Doctor: (a Isabela) Puede pasar a verlo… (Isabela se va a la habitación de su abuelo). Por suerte el señor San Miguel aún tiene unos días más de vida.

Lupe (desanimada): ¿Unos días?

Doctor: Así es. Digo “por suerte” ya que él pudo haber muerto hoy, per logró resistir. Tal vez necesita vivir más tiempo y el destino lo quiere así. Permiso (se retira).

HOSPITAL DE MIAMI
CUARTO DE DON HUMBERTO

Isabela se acerca a la cama en la que reposa su abuelo. Ya está enterada del estado de don Humberto y que él le ocultó el no haberse hecho la cirugía. El anciano abre los ojos con lentitud.



Isabela: (tomándole la mano derecha) ¿Por qué no me lo dijiste?

Don Humberto: (sabiendo a lo que se refiere) Me tengo que ir pronto de todos modos. ¿De qué sirve saberlo antes?

Isabela (triste): No digas eso…

Don Humberto (débil): Isabela… Tengo una petición que hacerte (Isabela está dispuesta a escuchar).

UNOS MOMENTOS MÁS TARDE
HOSPITAL DE MIAMI
ENTRADA

Luciano acaba de llegar en un taxi al hospital. Paga y se baja del auto. El hospital tiene varias puertas transparentes de entrada. Él entra por una de ella, y en una puerta opuesta, sale Isabela. Ninguno de los dos se ven. La muchacha está muy triste, casi desbastada. Dentro del hospital, Luciano llega corriendo a la sala espera. Se acerca al director Alfonso y Lupe.



Luciano: ¿Cómo se encuentra el Presidente?

Lupe: Él está fuera de peligro, hasta el momento…

Alfonso: La señorita San Miguel acaba de salir del hospital, tal vez a dar una vuelta mientras piensa. No salió muy bien de aquí, seguro desbastada por la petición que el señor Humberto debía de haberle hecho (Luciano se preocupa).

CERCA DEL HOSPITAL

Isabela va a cruzar la calle. En su rostro expresa una gran tristeza. Recuerda lo que su abuelo le dijo hace unos momentos.

HACE UNOS MINUTOS
HOSPITA DE MIAMI
CUARTO DE DON HUMBERTO



Don Humberto: Nuestro grupo San Miguel ha estado por mucho tiempo. Di todo de mí para verlo crecer. ¿Dejarías todo por un hombre?

Isabela (sin otra opción): Está bien, tomaré el grupo San Miguel. ¿No se puede quedar conmigo el mayordomo Castaño? (Su abuelo lo niega con la cabeza). ¡Abuelo!

Don Humberto: Me petición para ti, Isabela… Encuentra a alguien realmente indicado para ti y para el grupo San Miguel. El mayordomo Castaño no es esa persona adecuada. No olvides su pasado…

FIN DEL RECUERDO

Isabela deja de recordar, mientras cruza la calle y camina por la acerca de la carretera, no sin alejarse mucho del hospital. La muchacha camina pensativa, mientras está cruzada de brazos. En la entrada del hospital, Luciano sale preocupado por Isabela. Él se iba a ir a buscarla cerca de allí, pero finalmente la ve a ella venir.

HOSPITAL DE MIAMI
AZOTEA



Isabela y Luciano observan el atardecer desde la azotea del hospital.



Isabela: ¿Dijiste que veías el atardecer y amanecer con tu madre en el techo del hospital, no? Tal vez sentiste el deseo que querer salvar a tu madre. Ahora yo quiero poder salva al abuelo.

Luciano: Así es… Creo que ahora sientes lo mismo que yo sentía antes de la muerte de mi madre.

Isabela: Luciano, tengo algo que decirte… Dijiste hace un tiempo, que el amor eterno no existía, que solo cambiaba. (Luciano la toma de las manos).

Luciano: Sé que es lo que me quieres decir. En una ocasión Isabela, me dejaste ir… Ahora creo que es mi ocasión. Como está la situación, y por lo que no tienes otra opción… Lo mejor es que terminemos.

A Isabela se le nublan los ojos, empezando a llorar con mucha melancolía. Luciano le pasa su mano por el rostro, tratando de limpiar las lágrimas.

Luciano: Lo siento mucho… No pude mantener mi promesa de no hacerte llorar, cuando te lo prometí en la playa. Pero sí mantendré esta promesa… Nunca te olvidaré.

Justo cuando Luciano se iba a ir soltándole, Isabela lo detiene abrazándolo.

Isabela: (llorando) Lo siento… Si existiera una segunda vida y si pudiera amarte de nuevo, lo haría y nunca te dejaría ir… Lo siento (se desprende él).

Isabela se voltea y se empieza a ir.

Luciano: ¡Isabela! (Ella se detiene a escucharlo). Te amo.

Las dos últimas palabras de Isabela, hace que continúe llorando. La muchacha trata de evitarlo, pero no logra hacerlo. Ella se lleva la mano a la boca, con los ojos humedecidos por completo. Se arrodilla al piso, sin dejar de llorar.

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